Desde su anuncio, el curso de competencia digital docente (CDD) no ha hecho más que acumular quejas y más quejas por parte de los usuarios y usuarias del mismo.
Empezó mal por lo precipitado del mismo, convocándose de un día para otro y transmitiendo la idea de que se trataba de un curso obligatorio. Precisamente en un momento en el que los docentes estaban más que agobiados y saturados con la preparación de programaciones derivadas de la chapucera aplicación de la LOMLOE...
Una vez comenzado, el funcionamiento y la calidad de los contenidos del curso son manifiestamente mejorables, por decirlo suavemente para no herir a nadie.
El malestar entre los docentes que se han visto obligados a realizarlo es más que patente y palpable, y lo que es peor, a pesar de que ANPE ha transmitido estas quejas en varias ocasiones a la Dirección General de Innovación e Inspección Educativa, responsable del mismo, esta parece no darse por enterada. Alguien tiene que dar muchas explicaciones para justificar la cantidad de dinero que se ha destinado a un curso de “formación” que es indigno para una Consejería de Educación.
Cualquier docente que tratase a sus alumnos de la forma que esta administración está tratando a sus trabajadores sería despedido sin miramientos. Pero aquí parece que nadie asume responsabilidades.