La Consejería de Educación parece no tener un criterio claro de actuación en medio de la crisis del coronavirus, y se dedica a enviar mensajes contradictorios de forma constante a los docentes.
Los docentes de Cantabria hemos tenido que pasar, de un día para otro, de un sistema educativo presencial a otro a distancia. Hemos sido capaces de adaptarnos sin medios oficiales, en la mayoría de los casos aportando nuestro material privado (ordenadores, conexión a Internet, líneas telefónicas, etc). La Consejería de Educación nunca se ha preocupado de conocer cuál es la situación real de los docentes en sus domicilios.
No han existido en ningún momento instrucciones claras y precisas de cómo debía realizarse este proceso, nunca aplicado a esta escala. La Consejería lo ha dejado todo en manos de los claustros y de los docentes.
La labor de los docentes ha sido encomiable; desde el primer momento han hecho todo lo posible por contactar con las familias y los alumnos para conocer su situación social, emocional y de recursos para seguir las clases. Esta labor se está realizando desde el minuto uno, con todo el alumnado de la región. Es más, la propia Consejería dictó instrucciones para que se hiciera un seguimiento continuo de nuestros alumnos. Sin embargo, poco después empiezan a arreciar las críticas porque se está "atosigando" a las familias.
Por otro lado, se nos pide que se mantenga la rutina escolar, dado que el curso no se ha interrumpido. Los docentes nos volcamos, sin directrices claras de nuestros dirigentes, en continuar con la actividad escolar. Buscando recursos online, adaptando actividades a la situación, buscando información. Pasado un tiempo, se reciben críticas porque se está mandando demasiada información y trabajo a los alumnos. Probablemente hemos podido cometer errores en algún momento de la gestión de esta crisis, pero los docentes de Cantabria echamos en falta unas directrices claras de la Consejería de Educación, separadas por niveles educativos, en lugar de instrucciones generales vagas e imprecisas.
Cuando el confinamiento se prolonga, la Consejería dicta unas instrucciones por las que se obliga a organizar una evaluación de forma apresurada, y se indica en las mismas, de forma literal que “si tras el periodo no lectivo (del 9 al 19 de abril) se continúa con la suspensión de la actividad educativa presencial, se avanzará en la materia a un ritmo adecuado, teniendo en cuenta que se debe garantizar la equidad, la igualdad de oportunidades y el carácter inclusivo de la misma”.
Una vez conocidas las mismas, se generó un intenso debate entre el profesorado de la región, dado que había detractores y partidarios de la medida, todos ellos con argumentos para defender su postura. En cualquier caso, el conjunto del profesorado entendió que a la vuelta del periodo no lectivo de Semana Santa, habría que avanzar materia. Todo el mundo entendió lo mismo, y todos los claustros de la región se pusieron manos a la obra para programar el trabajo que se tendría que realizar a la vuelta del descanso, a pesar de las dificultades que planteaba el reto. Pero una vez más, la Consejera, en una interpretación "sui generis" de sus propias instrucciones, decide que los docentes hemos entendido mal, y que lo que hay que avanzar es en competencias, no en contenidos.
Es decir, que todos los docentes de Cantabria acabamos de enterarnos, por sorpresa, de que la impartición de contenidos educativos y la educación en competencias clave son dos compartimentos estancos, que no tienen nada que ver el uno con el otro. Parece ser que llevamos haciéndolo mal muchos años, porque siempre se han trabajado ambos conceptos de forma simultánea e interrelacionada.
ANPE Cantabria solicita a la Consejera de Educación o a la Directora General de Inspección e Innovación Educativa a que cuelguen un tutorial en Internet, para explicarnos a los docentes cómo se "avanza materia" (tal y como dicen las actuales instrucciones) sin avanzar en contenidos y solo avanzando en competencias, a ser posible organizado por niveles educativos y haciendo especial hincapié en la atención a la diversidad del alumnado.
También nos gustaría conocer si algún responsable de la Consejería de Educación se ha interesado por conocer la situación personal que están viviendo los docentes en sus casas, si todos ellos tienen recursos técnicos suficientes o los están pagando de su bolsillo, y su situación personal es la más adecuada para abordar esta tareas. Quizá nadie en la Consejería haya caído que los docentes también tenemos los mismos problemas que el resto de la sociedad: hijos, personas mayores, familiares enfermos, escasez de recursos materiales o económicos...